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Cultură

Si eres mujer, prepárate para pagar más por todo

Vamos de compras y comprobamos que muchos artículos "para chicas" son más caros que el mismo producto "para hombres". Lo rosa sale caro.

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Cuando vives en una sociedad machista y patriarcal desde que naces, cuesta darse cuenta de determinadas opresiones que se presentan como naturales desde que tienes uso de razón. Como ocurre cada vez que leemos o visionamos historias de distopías o mundos postapocalípticos, estas realidades cotidianas nos resultan incuestionables y raramente pensamos en quebrantarlas. Eso sí, muy poco a poco, conseguimos ir poniendo en cuestión algunas de ellas. Cada cien años, aproximadamente.

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La cosa cambia cuando eres una feminista recalcitrante, tienes el chip de género activado las veinticuatro horas del día, y no ves más que violencia, machismo, misoginia y patriarcado en todos los putos rincones. Y lo peor de todo es que no es una paranoia fruto de la falta de sexo y el pelo en los sobacos. El problema es que cuando pasas a ver la realidad tal y como es ya no hay marcha atrás. Tendrás que conformarte con ser una feminista hiperperceptiva toda tu vida, como el protagonista de La caída de la casa Usher con su agudeza de los sentidos.

Pero estoy orgullosa. Cada día que pasa, soy capaz de controlarme más, y ya no hace falta que mi novio me dé toquecitos en las piernas o, directamente, me agarre por el brazo cuando estoy a punto de saltarle a la chepa a cada persona que me dice y repite en mi puta cara que la desigualdad es una falacia. Mi irritación crece aun más cuando la que pronuncia estos exabruptos es una mujer: "a mí me tratan como a una más, me respetan, y además, cobro lo mismo que mis compañeros", me dicen.

No se alarmen. Que las mujeres ganamos menos que los hombres realizando un mismo trabajo es algo a lo que ya nos vamos acostumbrando porque nos lo dicen hasta en el telediario. Así que ahora la cantinela pasa a ser una realidad aceptada socialmente. Total, ¿qué más da, no? Los tíos ganan más porque nos invitan a copas y a copiosas cenas para después llevarnos dóciles y sexualizadas a casa.

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Pero vayamos al grano. La primera vez que me di cuenta de que un producto que estaba indicado - cosa que no quiere decir que sea exclusivo - para mujeres costaba varias veces más que uno exactamente igual para hombres fue al recibir la nota de prensa de una colonia muy conocida: la Halloween Tattoo, de Jesús del Pozo. El frasco masculino contenía más cantidad y resultaba exactamente cinco euros más barato que el que venía indicado para chicas. Revisé varias veces los datos. Lo que estaba leyendo era una completa incongruencia, pero era real.

Si me pongo a considerar seriamente el porqué de este fenómeno, la llamada tasa rosa, podría pensar que un científico loco nos quiere joder aun más de lo que ya estamos. Los trabajos tradicionalmente destinados a mujeres, los de cuidados (ama de casa, limpiadora, cuidadora…), están ya de por sí muchísimo peor pagados. Y si a nuestra situación precarizada como mujeres, le añadimos el extra que supone pagar como mínimo un tanto por ciento más por el mismo producto, pensemos en cuánto podría incrementar esto el carro de la compra de un mes o de un año. Por no hablar de la cantidad de productos que las tías compramos obligadas, en cierto modo, por las continuas exigencias del patriarcado: mascarillas para el pelo, exfoliantes, sérums, anticelulíticos, productos dietéticos…

Para demostrar que lo que digo no es otro de los delirios de una feminazi, me he pasado la tarde documentando toda esta cháchara con pruebas empíricas:

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1. Si eres chico, lo 'lógico' será que te guste Star Wars. Gracias a eso (a tener polla), tus padres pagarán 4 céntimos menos de lo que pagaría si fueses chica y ¡cómo no! te gustase Frozen.

2. Si te gusta el color rosa, el amor y lo dulce, hoy no es tu día de suerte, querida. Tus caprichitos te costarán 2 euros más y una cerveza menos.

3. Y si estás a dieta, te jodes también. Todo el mundo sabe que toda esa mierda sin puto sabor es mucho más cara que el delicioso azúcar. ¡Tú te lo pierdes! ¡Por gorda!

4. Los de Okey ni siquiera disimulan. Se pasan mazo. Ni más ni menos que 56 céntimos de castigo por escoger a Piolín.

5. Si el Möet ya es de por sí un bendito lujo, el rosa - claro, si eres chica seguramente quieras beberlo de ese color ¿no? - es casi prohibitivo. Pagarás casi 10 euros más por la bromita.

6. Más de lo mismo si no aceptas que la ginebra sabe a ginebra y no a fresa o arándano., porque claro, no estás hecha para los sabores fuertes. Otro engañabobas por el que pagarás la friolera de 33'95 euros frente a los 21 euros de aquellos - hombres, claro - que sí saben beber.

7. Y otra vez castigada por querer beber rosa y ser una tía sofisticada. Más de 5 euros de recargo en este caso.

8. Si tienes pelos en el cuerpo, eres una guarra y eres culpable de todos los males de la humanidad. A estas alturas, chicas, no os estoy contando nada nuevo. Lo sabéis de sobra. Así que qué menos que pagar bastante más pasta que ellos por el mismo producto como penitencia. ¡Es lo mínimo!

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9. Aspirar a ser princesa no es ninguna tontería. Flik Flak y Playmobil trabajan mano a mano para dejártelo clarito desde que eres una cría.

10. En Champion tienen la decencia de crear una línea exclusivamente para chicas. Todo rosa, muy girly. Y la marcan con 5 euros de más, por las molestias.

11. El perro de Chipie es el mismo. Pero el rosa vale 30 céntimos más. ¡Lo hubieses pensado mejor al quedarte embarazada!

12. El mismo desodorante. La misma finalidad: ser invisible. Lo que no esconden demasiado bien los de Rexona son esos 10 céntimos de más en el caso del producto femenino.

13. Creedme si os digo que la gorra rosa valía 1 euro más que la rojigualda. En este caso lo entiendo, ¡es mucho más bonita!

Así que ya sabéis, decid que no a la tasa rosa. Y usad los productos que os convengan sin fijaros en si son para tíos (color neutral) o para tías (casi siempre en gama de rosas). ¡Acabemos con el binarismo de una vez!