El poblado de nómadas irlandeses de Snatch, con caravanas y Brad Pitt escupiendo un inglés indescifrable, es el reflejo cinematográfico de lo que encontramos en el prado de la playa de La Espasa (Asturias) que se llena cada verano de fanáticos (cerca de 20.000) del surf, las motos y el rock. A ver, no hay chatarra ni violencia por supuesto, pero sí un muro de la muerte con carpa de circo y dentro una especie de barril gigante con pilotos dando vueltas en una pared vertical. Es desde ya nuestra atracción de feria ambulante favorita.
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Preparadores enseñando sus máquinas, coches hot rod y pickups. Olor a gasolina y salitre. Vecinos ofreciendo sus prados para completar los cuatro parkings previstos que se quedaron cortos. Buenas olas del Cantábrico y longboarders de la vieja escuela con tablones sin invento ni tapón (prohibido cualquier atisbo de maniobra moderna). Furgonetas repartiendo comida india, gofres y cerveza. Y Black Horde, Barracudas, The Allnighters, Eddie & The Hots Rods, Dr. Feelgood… atronando motores.
No queremos parecer ingratos. Estáis viendo las fotos y estamos todos de acuerdo en que este festival rural ha puesto el listón muy alto. Un nivel casi insuperable. Pero, ¿por qué no soñar? ¿Por qué no jugar a ser dioses? Permitidnos, ya puestos, proponer que el próximo año se complete la parrilla de entretenimiento con una buena batalla a lo Knightriders, con moteros empuñando armas imposibles medievales (de goma, eh, que salgan todos ilesos), unas buenas justas con señores macarras combatiendo con lanza sobre dos ruedas, ataviados de adarga, escudo, loriga, cota y armadura. Un giro de tuerca a la caballería. Y, si no, todo oquei.
