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La mayoría de líneas eróticas utilizan el mismo procedimiento superficial, ya sea por escrito o mediante una sencilla entrevista telefónica con el fin de verificar que la operadora habla inglés con fluidez. Pero lo más importante de la entrevista es la edad. A todas las operadoras se les pide que envíen fotocopias de sus certificados de nacimiento y una foto de carné.Las mujeres maduras son muy buenas en el sexo telefónico. Tuve una mujer de 42 años que era abuela, y a los clientes les encantaba.
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Miller dijo que no todo el que llama a una línea erótica quiere oír a una mujer tirarse pedos o fingir que caga. "Lo primero que todo el mundo quiere saber es cuál es la petición más rara que me han hecho", dice entre sorbos a su taza de café. "Yo les cuento algunas anécdotas, pero luego también hay gente que solo quiere que le digas que la amas, así como, 'Te quiero, amorcito'".Yo lo veo como una especie de servicio social.
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No es la primera vez que oigo eso. Mi madre compaginaba el trabajo con sus estudios de sicología y asegura que era sorprendente la simbiosis que existía entre ambos. "Yo lo veo como una especie de servicio social", afirma Miller. "Que sea raro o una locura es solo una cuestión de opinión. Al fin y al cabo, todo se reduce a la conexión entre personas, a que alguien que te sorprende en tu momento de mayor vulnerabilidad te acepte sin condiciones".El resto de operadoras con las que hablé coincidían en que las mujeres de su edad eran menos impresionables, más tolerantes y receptivas. "¡He oído de todo, Abby!", me dijo mi madre. "Ya no hay nada que me sorprenda, de verdad. Cuando tienes unos añitos a tu espalda, piensas, 'Vale, no va conmigo, pero ¡hay de todo en la vida!'". Yo me imaginaba que había tanta demanda de mujeres maduras simple y llanamente por las fantasías que tantos hombres tienen con las MILF. ¿Por qué otro motivo dejarían, si no, un ojo de la cara en llamadas?El sexo telefónico es un negocio que mueve unos 4,000 millones de euros (cerca de 75,800 millones de pesos) en todo el mundo, pero para la mayoría de las mujeres es solo un trabajo secundario que no da para vivir. Mistress Susan, operadora de línea erótica de 46 años y " camgirl que no hace desnudos" me dijo que la forma de ganar mucho dinero es trabajando por cuenta propia.
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"Es complicado", explica. "Lo más difícil es encontrar clientes. ¿Cómo consigues que un hombre te escoja a ti entre un millón de operadoras? Si tuviera clientes, lo haría sin dudar".Pero trabajar para una gran empresa también tiene sus ventajas. Además de ser fácilmente accesible para los usuarios, todas las llamadas realizadas se controlan desde una serie de oficinas en el Reino Unido y EU. En caso de que un tipo se ponga violento o agresivo, un moderador se encarga de finalizar la llamada de inmediato. Las operadoras compran un teléfono fijo y facilitan el número a sus empleadores. Cuando quieren trabajar, acceden a su perfil en el sitio web de la empresa para indicar que están disponibles para recibir llamadas. Los usuarios llaman a un número de pago centralizado, marcan la extensión de la mujer con la que quieren hablar (cuyo perfil aparece en el sitio web) y son redirigidos automáticamente a la operadora en cuestión. De esta forma, los clientes nunca llegan a conocer el número de teléfono privado de la operadora.Estas empresas son independientes y variadas, desde las clásicas a las más especializadas en toda clase de fetiches, pero, en esencia, todas funcionan de la misma manera. Algunas ofrecen espectáculos con cámaras por internet como servicio adicional. El trabajo es por cuenta propia y puedes dejarlo en cualquier momento. Nadie te pedirá explicaciones.Una mujer de 40 años empezó en 2003 y ganaba unos 100,000 dólares al año, pero se cansó de tener que estar constantemente al teléfono.
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"En cualquier caso, el concepto del anonimato en internet es una utopía", afirma. "Además, conozco los nombres de mis clientes, sus direcciones de email, las direcciones que aparecen en sus tarjetas de crédito y sus más profundas y secretas fantasías. Ellos tienen más que temer que yo".No todas opinan lo mismo. Aunque la mayoría de las mujeres con las que hablé se sienten orgullosas de su trabajo y no tuvieron reparo en contarme los detalles, se mostraron reticentes a que publicara sus nombres. La razón es sencilla: ya sea para pagar las facturas o para financiar el hogar de tus sueños, el trabajo sexual sigue siendo un tabú. Mistress Susan me contó que nunca reveló cuál era su segundo trabajo a sus compañeros por miedo a que la despidieran. "Para muchos, no hay diferencia entre esto y ser una prostituta", dijo.Según Miller, ese tabú es lo que impide que haya más mujeres de su edad que se dediquen a lo mismo. La sociedad sigue teniendo problemas para aceptar que las mujeres expresen su sexualidad con libertad, más aun cuando cobran por ello y son mujeres de cuarenta y tantos, muchas de ellas madres."Para mí fue como una muestra de activismo", afirma Miller. "Ser una trabajadora del sexo declarada, contra todo prejuicio, ser inteligente… Si puedo hacerlo, debo hacerlo, y quizá así allane el terreno a las que vengan después".Mi madre dejó de trabajar en la línea erótica una vez hubo solucionado sus problemas económicos y volvió a su trabajo en un centro de beneficencia para la rehabilitación de toxicómanos. ¿Se arrepiente de su época como operadora en una línea caliente? "Por supuesto que no", asegura. "Solo que me habría gustado que se me hubiera ocurriera hace años".