FYI.

This story is over 5 years old.

Comida

Por esta razón las relaciones en la hostelería nunca funcionan

La hostelería es igual muchas horas pesadas y trabajábamos en establecimientos tan diferentes que no podíamos quedar de acuerdo para vernos. Ni siquiera podíamos hacer que el sexting funcionara.

Bienvenidos una vez más a Confesiones de Restaurante, donde hablamos con las voces no escuchadas de la industria restaurantera, tanto del servicio como de la cocina, acerca de lo que realmente sucede tras bambalinas en tus establecimientos favoritos. Esta vez, escuchamos a la mesera de un restaurante londinense sobre los problemas de salir con alguien y trabajar en la hostelería.

Esta es una historia de amor. Algo así. Es el principio de una relación adorable que, de hecho, nunca sucedió. Pero fue un lindo principio y por eso recuerdo aquel verano como si todo fuera color de rosa.

Publicidad

Es también una historia típica de por qué las relaciones no funcionan en el mundo de la hostelería.

La noche comenzó con un subgerente que llegó con una idea ingeniosa: cocaína. Hacer pausas de coca cuando cambiábamos los barriles de cerveza.

Trabajaba en un restaurante-bar en medio de la ciudad. La hora de la comida era complicada, porque éramos el tipo de lugar que sirve comida sencilla y buena. Era el lugar perfecto tanto para los oficinistas y sus amigos, como para sus jefes.

LEER MÁS: Dirigir un restaurante con mi esposo salvó nuestro matrimonio

Por la noche, especialmente los jueves y viernes, era un caos. Las mesas se recorrían hacia las paredes y el bar se llenaba de gente desde las 6 PM a las 9 PM (¡por lo menos!). Estábamos justo al lado de una compañía consultora grande y por lo tanto todos los chicos presumidos venían. Vendíamos más que nada pintas de lager y Pinot Grigio, luego a las 9 PM empezaban las charolas de tequila, era ese tipo de multitud.

Casi todos los viernes por la noche, tomábamos pastillas. Nos mantenían de pie, nos levantaba. Siempre había mucho baile en el bar. Además, las drogas ayudaban a lidiar con los idiotas, gente inevitable en la ciudad. Pero podía volverse complicado, si alguien tomaba demasiadas pastillas y todo se descontrolaba con cientos de personas que atender. Un maldito desastre.

La noche comenzó con un subgerente que llegó con una idea ingeniosa: cocaína. Hacer pausas de coca cuando cambiábamos los barriles de cerveza.

Publicidad

Entonces, ese viernes en la noche particularmente, mi gerente decidió que todo debía estar organizado. Las pastillas no eran muy confiables, así que ¿por qué no meternos coca? La coca estaba en la bodega junto a los barriles de cerveza y todos tomamos turnos durante la noche para cambiar barriles. Era ingenioso, porque todos tomábamos turnos para hacer un trabajo que no nos gustaba. ¡Creo que ese fue el verdadero motivo de nuestro gerente!

LEER MÁS: Por qué nunca debes cortar con alguien en un bar

El resultado de esto fue que al final de la noche, estábamos prendidos pero no tan mal, al principio. Confieso que por lo general me emociono y me dejo llevar por el momento, acabo completamente intoxicada y tengo que ir a casa. Esa noche fue diferente. Así que nos dirigimos a uno de los antros cercanos (conocíamos gente de ahí, así que siempre entrábamos directamente y al bar VIP).

Estaba este adorable chico francés trabajando en la barra. Ya lo había visto antes y siempre me daba pena, pero el influjo de la cocaína me dio el valor de acercarme y coquetear con mis pestañas. Hablamos toda la noche y bailamos un momento cuando tomó un descanso.

Ahora bien, la regla de nuestro grupo es que todos nos vamos juntos a casa. Incluso si tu seducción funciona, intercambian teléfonos y quedan de verse luego, sobrios. Es una buena regla, mantiene a todos a salvo y nos cuidamos entre nosotros. Llegamos a dormir a casa de alguien y nos aseguramos de que todos estamos bien. Entonces llegó el momento de irnos, pero no podía encontrar el chico. Aún no habíamos intercambiado nuestros teléfonos.

Publicidad

Ni modo, lo dejé en el baúl de "noches para recordar" y esperaba que cuando regresáramos él me recordaría.

En su primer descanso, le acaricié la entrepierna en la pista de baile. En el segundo, solo nos besamos. En el tercero, cogimos en el baño.

Nuestro restaurante estaba cerrado ese fin de semana, así que aquel viernes trabajé hasta cerrar, pero tenía que abrir el lunes por la mañana. Eso significaba empezar el lunes a las 7 AM. Asqueroso. El lunes siguiente, estaba colocando las mesas y sillas en la zona al aire libre, cuando a la distancia ví a un chico en bicicleta dando círculos. Desaparecía y reaparecía al final de nuestra calle. ¡Era el bartender!

Había recordado que abría el lunes por la mañana y recordaba vagamente dónde trabajaba, así que cuando terminó a las 6AM en el club, había pedaleado por las calles hasta que me encontró. Fue súper lindo. Nos preparé un café, nos sentamos y platicamos, intercambiamos números y se fue.

Nos mandábamos mensajes, pero la hostelería es igual a un montón de horas pesadas y trabajábamos en establecimientos tan diferentes que no podíamos quedar de acuerdo para vernos. Ni siquiera podíamos hacer que el sexting funcionara (realmente no fluye cuando tienes intervalos de una hora entre cada mensaje lujurioso). Pero, durante tres semanas, terminaba su turno el lunes por la mañana y venía a verme durante una hora, traía café y el desayuno. Eran mini citas. Nos besábamos efusivamente, solo clasificación A pero todo era tan lindo.

Publicidad

LEER MÁS: Las terribles consecuencias de dormir con la gerente del restaurante

El trabajo había sido ridículamente pesado, así que no habíamos regresado al club desde entonces. Pero finalmente, luego de tres semanas de los cafés matutinos, salimos un viernes por la noche. En su primer descanso, le acaricié la entrepierna en la pista de baile. En el segundo, solo nos besamos. En el tercero, cogimos en el baño.

Luego regresó a Francia para pasar sus vacaciones de dos semanas y mis horarios cambiaron. Así que tuvimos un par de citas más en la pista de baile durante el verano, pero no pasó nada en el mundo real; era demasiado complicado organizarse. A veces pienso, Si nos hubiéramos conocido bien, sin trabajar en este mundo, ¿estaríamos casados y felices ahora? ¿Era el amor de mi vida?

Yo sigo soltera y él está en China, es DJ.

Tal y como fue contado a Anna Sulang Masing.