Los secretas de Barcelona siguen a la última

Supongo que las cosas en el Ayuntamiento no van tan mal como te quieren hacer creer. Mientras la sanidad y la educación pasan más hambre que Iñaki de Juana Chaos, los antidisturbios se llevan los fondos. Y a mí me parece bien. ¿Quién si no va a protegernos de los supereducados chicos de clase media que señalan los fallos de un sistema que no funciona? Y vaya si es dinero bien empleado. Además de máscaras antigás y gas lacrimógeno (una cosa no puede ir sin la otra), parece como si se hubieran hecho con los servicios de un estilista para asegurarse de que la policía secreta se mezcla mejor con los universitarios en las manifestaciones. Si vierais a este tío en la calle, ¿qué sería lo primero que pensaríais? ¿Sexy estudiante preparando una tesis sobre la evolución del post-estructuralismo, de Foucault a Zizek, o agente del Estado enloquecido por los esteroides buscando unos cuantos cráneos que romper? Como cualquier ‘street style’, el secreto (ja) de un look potente está en los detalles. Aquí casi pueden verse los procesos mentales. ¿Qué tienen los estudiantes? Libros. ¿Qué hacen con los libros? Los meten en mochilas. ¿Cómo podemos parecer estudiantes? ¡Llevando mochila! Bueno, supongo que no te vestirías de Balenciaga para ir a un concierto punk. Este tío casi lo echa todo a perder con su cara de ‘hijodeputa vas a pillar’. Ya veo a los demás riñéndole en comisaría en plan, ‘nena, no lo has hecho tuyo ‘. Pero un disfraz también puede estar demasiado conseguido. Me pregunto qué coño pensaron estas chicas que estaba pasando al ver a un grupo de estudiantes arremetiendo con porras metálicas contra otros estudiantes. ¡Hay que llamar a la policía! Ah. Buen intento, colegas, está claro que estáis haciendo progresos. Pero la próxima vez rebajad un poco la testosterona. Y haceos con unos jeggings de camuflaje.

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