FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Cuando la cirugía plástica es arte

Quizá la fascinación artística con la cirugía estética es en realidad la única que muestra la distancia entre cuerpo e identidad.

Alana Francis, Self Portrait My Two Skulls (Autorretrato de mis dos cráneos), 2015, impresión en placa fotográfica © Alana Francis, cortesía de la Galería Flowers.

"Reconstruyeron todo mi cráneo. Me cortaron la mandíbula inferior y la movieron hacia delante. Me cortaron el mentón y me lo sacaron. Luego cortaron toda la parte de arriba de mi cara y la enderezaron".

Mi nauseabunda boca se llena de saliva mientras la artista Alana Francis me describe su cirugía maxilofacial por teléfono. "Si hace frío aún puedo sentir dónde está el metal, y en mi barbilla, si la empujo, puedo sentir la parte de arriba de un tornillo". OK. Ya no aguanto.

Publicidad

El último proyecto de Francis, una serie de siete imágenes inspiradas y basadas en los archivos médicos de su propia cirugía de reconstrucción facial, se mostrará a partir de hoy en la Galería Flowers, Londres, como parte de la exhibición anual del Día del artista.

Algunos artistas como Orlan, Genesis P-orridge y Amalia Ulman llevan mucho tiempo tomando en serio aquella frase de que el cuerpo es un lienzo y lo han abierto de par en par para revelar una interpretación bastante fresca y literal. ¿Pero por qué es nos atrae tanto saber qué es lo que hay debajo del bisturí?

"Lo que intento es recuperar el control de mi propio cuerpo, en lugar de dejar que sea el lienzo de alguien más; alejarlo de toda esta experiencia médica", explica Francis. "Se me hizo muy catártico usar mis propias manos para hacer estas impresiones. De cierta forma, después de haberle dado tanto control estético al cirujano, al menos estaba retomando el control de la estética de las impresiones".

Debido a que Francis se sometió a cirugía por razones médicas y no cosméticas, gran parte del resultado fue determinado por lo que los cirujanos pensaban que era lo mejor. Su estética —o la forma en la que terminaría viéndose su cara— fue, según ella, "una idea tardía".

Alana Francis, 2015, impresión en placa fotográfica © Alana Francis, Cortesía de la Galería Flowers.

La artista Ji Yeo exploró su lucha por el control de su propio cuerpo a través de su proyecto Draw on Me (Dibuja sobre mí). Yeo, quien creció entre Estados Unidos y Corea, dos de los lugares donde se practican más cirugías cosméticas en todo el mundo, salió a las calles de Brooklyn en 2010 usando un traje color piel y sosteniendo un cartel que decía: "Quiero ser perfecta. Dibuja sobre mí. ¿Qué debería operarme?"

Publicidad

Lo bueno es que hubo muchos hombres que le pusieron mensajes alentadores como: "Eres hermosa como eres" y "Ya eres perfecta como estás". "Esto no significa que superara todos mis miedos o mi vulnerabilidad", dijo Yeo a The Guardian, "aunque sí me ayudó un poco".

Genesis P-orridge (Foto por Aliya Naumoff).

Sin embargo, para algunos artistas la cirugía significa un viaje mucho más experimental que tan sólo para elevar su autoestima. "Lo llamamos unidad. Pandrogyne: andrógino positivo", me dijo Genesis P-orridge en una entrevista en 2013 en la que promovía su autobiografía cargada de fotos con título homónimo y en la que hablaba sobre sí misma/o y su fallecida esposa: su experimento junto con su colaboradora y musa Lady Jaye para convertirse en una sola entidad al someterse a cirugía y hormonas.

"Queríamos usar un término que no tuviera una historia. Queríamos que se tratara no sólo de género, sino del fin de la diferenciación; de la inclusividad y de cómo volverse uno solo. Dejamos de tomar hormonas porque Jaye estaba enloqueciendo", explicó riendo. "Después de tres o cuatro meses, Jaye dijo: 'Ya estuvo, ya no más. Ya hicimos el experimento, apesta; sólo hay que ponernos bubis y dejar de preocuparnos. Además era sexy tener tetas".

Hablando de tetas, en 2013 la artista francesa Camille Lorin mostró una escultura hecha de cientos de implantes de pechos tan sólo cinco días antes de que cinco ejecutivos de la compañía Poli Implant Prothèse —una empresa francesa que producía implantes de silicona— se sometiera a juicio por haber vendido implantes de baja calidad. Quizá más controversial es que la artista Amalia Ulman —quien usó su mosaico de Instagram como un proyecto a largo plazo para "crear" un personaje célebre— haya pretendido someterse a un implante de pechos al postear fotos de un pecho vendado. Aunque la cirugía de senos resultó una farsa, i-D reportó que Ulman "gastó alrededor de 2 mil dólares en una rinoplastia sin cirugía y en inyectarse colágeno en la cara en una clínica de Beverly Hills".

Publicidad

Relacionados: Enchúlame la pucha


Ah, la cara. Tal vez más que todas las otras intervenciones quirúrgicas, es la relación de los artistas con su cara la que habla de su sensación de identidad. "Cuando estás en recuperación, tu cara está tan hinchada que no sabes cómo te vas a ver, que de hecho es una experiencia bastante extraña", dijo Francis. "Digo, quizá fue inducida por la morfina. Pero también, como durante varias semanas no puedes sentir físicamente tu cara —mientras tu sistema nervioso se estabiliza—, ni siquiera puedes retomar una relación física con ella. Entonces mi única forma de establecer una relación con mi estética física era viéndome los ojos".

En su exhibición, las impresiones de Francis, que muestran su inconsciente cara recostada con una máscara de oxígeno y una perturbadora sonrisa en un allanado cráneo, están colgadas justo a una altura que nos fuerza a observar a través de esos mismos vacíos por los que Alana intentó encontrar su propia sensación de identidad.

"Tiene que ver con esta idea de la identidad interna a tu rostro", explicó Francis. "Sabes que tienes un cráneo, pero realmente la relación que estableces con tu identidad no tiene nada que ver con tus huesos".

Ni con los huesos, ni con la carne, ni con los rollitos de grasa, ni con las líneas de expresión; quizá la fascinación artística con la cirugía estética es en realidad la única que muestra la distancia entre cuerpo e identidad. Tal vez, como dijo alguna vez la fallecida Lady Jaye, el cuerpo es una maleta barata; lo que cuenta es lo que contiene.

@NellFrizzell