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Música

¿Cómo superar esas canciones que te recuerdan a tu ex?

¿La canción con la que solían coger? Sí, no vas a poder escucharla en al menos dos años.

Tengo una teoría. Llamémosla una teoría científica. De hecho, considérenme la Dmitri Mendeleev del sexo casual pero sorprendentemente atlético porque, mis amigos, estoy aquí no sólo para hablar sobre las canciones de ruptura, sino que además voy a introducirlos a la teoría que explica la temporalidad de vida nuclear de las canciones de ruptura. Ese cálculo específico estima cuánto tiempo va a pasar antes de que puedas volver a escuchar una canción llena de recuerdos amorosos sin querer desgarrarte el pecho y convertir tus ojos en un mar de lágrimas.

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Así como cualquier otro elemento en la tabla periódica que tiene una vida nuclear y después decae en un nivel seguro o estable, cada canción de ruptura cuenta durante un tiempo con un periodo en el que son demasiado radioactivos para escucharse. Por ejemplo, ¿“All My Friends” de LCD Soundsystem? Tiene una vida nuclear de dos años y medio. ¿“Crying” de Roy Orbison? Esa ha tiene una vida nuclear de casi dos décadas. ¿”Frontin'” de Pharrell? Tres semanas, como máximo. ¿”Some of Them Are Old” de Brian Eno? Buena suerte para todos aquellos los que tengan que lidiar con ese maldito track durante el próximo siglo.

Y qué mejor momento para echarle un vistazo a los átomos de nuestra existencia y las notas que te destrozan que durante estas épocas. Odio febrero, el “mes del amor”. Si los meses en el calendario fueran hombres en un bar, entonces febrero sería ese tipo que juega Candy Crush con la mano que le sobra cuando está parado frente al urinal. Febrero es el güey en el antro que parece haber perdido su pito y lo busca nerviosamente dentro de sus boxers, o simplemente está haciendo código Morse con sus huevos. Febrero es ese vato que sugiere ir a cenar a un restaurante de filetes y darte “solo ocho minutos consistentes de placer en el clítoris” para la segunda cita. Febrero es el hombre que genuinamente quiere usar margarina como lubricante.

Así que, tomando eso como pretexto, permítanme guiarlos en el recorrido de las canciones de ruptura que hay dentro de la tabla periódica del desamor musical…

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La canción con la que solían coger

Mi primer novio, quien era un físico, logró iluminar mi regordeta vida adolescente como el tungsteno. Como un verdadero caballero (a pesar de ser uno con sábanas moradas), tenía la gracia de poner a todo volumen los audiolibros de JR Tolkien o reggae de Trojan mientras teníamos sexo, para que su madre no pudiera preguntarme durante la cena si había disfrutado mi primer rapidín de pie. Esto significaba, sin embargo, que después de cortar me echaba a llorar con canciones como “I Really Love You Fatty Fatty” de Clancy Eccles o “Barbed Wire In His Underpants” de Nora Dean o cualquier otra cosa que saliera en Las Crónicas de Narnia.

Tiempo en la que podrás volverla a escuchar: dos años

La canción que tú le enseñaste

Imagen via Wikipedia

Usemos como caso de estudio el disco de Jeffrey Lewis, Las Time I Did Acid I Went Insane and Other Favourites, ¿va? Yo solía escuchar ese disco después de cada desamor. Tal vez haya tratado de superar a un viejo amor a través de varias opciones, eh, bastante excéntricas, pero de alguna manera “Heavy Heart”, “Springtime” y “Another Girl” nunca lograron hacerme llorar. Tal vez porque esas eran mis canciones, mis gustos musicales; estaban ahí nada más para reanimarme. Hasta la fecha “The Chelsea Hotel Oral Sex Song” hace que mi corazón se entuma y genera un nudo en mi garganta, pero sólo por una juventud perdida, y no por nadie en particular. Estos tracks son bastante seguros.

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Tiempo en la que podrás volverla a escuchar: 1 semana

La canción que ellos te enseñaron

Imágen via Wikipedia

Aquí voy a dar una advertencia que yo misma no uso con frecuencia: si vas aventurarte en una relación defectuosa con un hombre que conociste en una página de citas y que además quiere llevarte de fin de semana a romantiquear a Cuernavaca, entonces asegurate que le guste el jazz. Que lo pinche ame. Y no sólo ese tipo de jazz que escucha la gente en Starbucks. Me refiero a algo más elevado, algo como el jazz experimental. Entre más jazzero sea, mejor. De esa forma, cuando corten, no vas a tener que toparte con su música otra vez si te mantienes alejada de ese lugar “alternativo” en donde ponen cosas como Sun Ra y la gente va a fumar shisha.

Tiempo en la que podrás volverla a escuchar: tres semanas, máximo

La canción con la que bromeaban que iban a bailar en su boda, pero que en el fondo lo decían en serio

Por razones que, espero, son obvias, uno de mis ex y yo solíamos bromear sobre hacer de “America” de Razorlight “nuestra canción”. Nos gustaba pensar en la idea del playlist de nuestra boda, y cómo incluiríamos todos esos sencillos en un CD mientras escribíamos la lista sobre un par de jeans blancos talla 10. Llorábamos de la risa imaginando cómo los dos bailaríamos al ritmo de esa canción de Razorlight interpretada por una banda de covers amateur y bajo las luces disco rentadas.

Sin embargo, hace poco tuve la suerte de escuchar la canción en la heladería local, y muy probablemente, la melodía todavía me pare en seco. Porque lo que pasa con las bromas es que son graciosas hasta que dejan de serlo.

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Tiempo en la que podrás volverla a escuchar: 14 meses

La canción que nunca pensaste que te iba afectar

Una vez me encontré a mí misma inexplicablemente llorando al ritmo de “Think I’d Better Leave Right Now” de Will Young en Forever 21, rodeada de brassieres y ropa con brillantina. Y nunca tuve idea de cómo pasó. Probablemente estaba lidiando con un corazón roto maltratado y moreteado en ese momento, y tal vez me afectaron todos esos estantes de acrílico y las luces neón, pero puedo afirmar que nunca había visto Pop Idol, y mucho menos había escuchado a Will Young. La ciencia está llena de misterio.

Tiempo en la que podrás volverla a escuchar: dos meses

Las canciones con las que se enamoraron

Hemos llegado al final. Mi último novio—un hombre gigante que era dueño de, en palabras de James Murphy, una compilación de la mejor música hecha por culaquiera; todas las buenas canciones de los Beach Boys; y todos esos hits underground. El tipo de hombre que tiene una compilación de todos esos tracks de Modern Lover pero que aún así pondría “Like A Virgin” en un cuarto lleno de hombres homosexuales besándose y mujeres sin brassiere todos los viernes, mientras se daba shots de Jack Daniels y me hacía flotar como un globo de helio. Él ardía mucho más que el magnesio. Él era la plata para mi estaño. El platino de mi mercurio.

Pero, verán, el problema de amar a un hombre que es dueño de casi 25 metros de discos es que una vez que cortas, toda la música estará arruinada para ti por lo menos hasta la próxima década. ¿The Strokes? Un tiempo de vida nuclear de tres años— todavía no puedo escuchar “I’ll Try Anything Once” sin sentir piel de gallina. ¿”Heroes” de David Bowie? Una vida nuclear de, me imagino, treinta años. Pero lo peor es la nitroglicerina de nuestra canción de ruptura, “I Only Have Eyes For You” de The Flamingos. Esa tiene un tiempo de vida nuclear de por lo menos un siglo. Si escucho más de dos acordes de la canción, de pronto me transporto atrás, a nuestra cama, con él viéndome y cantándome, de la nada y sin ningún propósito “I Only Have Eyes For You”. Y, mis amigos, después de eso estoy perdida. Enteramente destruida. Como la ionización del nitrato de potasio: me vuelvo polvo.

Así que supongo que lo que quiero decir es que hay algunas canciones que tienen una vida nuclear tan grande, y que pegan en el corazón con tanta fuerza, que no podemos sobrevivirlas No estaremos aquí tanto tiempo como para poder bailar y disfrutarlas una vez más. Esos tracks serán radiactivos para siempre, demasiado poderosos para nuestros corazones mortales.

Tiempo en el que las podrás volver a escuchar: más de cien años

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