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abusos sexuales

La desconocida realidad de los hombres violados por mujeres

Según un estudio de 2016, dos terceras partes de los hombres que denuncian haber sido víctimas de abusos sexuales aseguraron que su agresora era una mujer.
violación
Foto por Rachel Bellinsky vía Stocksy

El estudio sobre violencia sexual realizado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) presenta muchos aspectos positivos, según Lara Stemple, profesora de Derecho de UCLA. “El entrevistador está capacitado para formular muchas preguntas y maximizar el confort del encuestado mediante comprobaciones de su estado”, señala. “Por otro lado, se trata de un estudio sobre salud, lo cual da a la gente un contexto apropiado para reflexionar sobre su cuerpo y su propio bienestar”.

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Sin embargo, a la hora de ofrecer los resultados del estudio, los CDC obvian a los hombres que se han visto obligados a penetrar a alguien —ya fuera bajo coacción, mediante el uso de la fuerza física o sin que hubieran dado su consentimiento— al situar las estadísticas de este tipo de violencia bajo la categoría “Otro tipo de victimización”, junto con actos aparentemente menos graves como el de tener “experiencias sexuales sin contacto no deseadas”.


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“La ponen en la misma categoría de actos como el de ser víctima de un exhibicionista o recibir comentarios lascivos de un desconocido”, asegura Stemple. “Al no haber contexto, se minimiza mucho la gravedad del abuso”.

El lenguaje inocuo adoptado por los CDC para categorizar a los hombres víctimas de abusos sexuales acentúa una preocupante tendencia entre científicos, consejeros de crisis por violación y agentes de la ley, según Stemple: asumir que “para los hombres, cualquier forma de sexo es bienvenida”.

“Es preciso cambiar el discurso sobre el hombre y el sexo”, añade Stemple. “Estos estereotipos no facilitan la denuncia por parte de hombres que hayan sido víctimas”.

Desde hace tiempo, el trabajo de Stemple se centra en estudiar los motivos que llevan a que sean tan escasos los casos de denuncias de violencia sexual contra hombres. En 2014, publicó un trabajo sobre hombres víctimas de abusos sexuales en el que analizaba varios estudios y llegaba a la conclusión de que, en las ocasiones en que se tenían en cuenta los casos de hombres que habían sido “obligados a penetrar” a alguien, el índice de contacto sexual no consentido entre hombres y mujeres era prácticamente igual: 1.267 millones de hombres aseguraron haber sido víctimas de violencia sexual, mientras que en el caso de las mujeres la cifra era de 1.270.

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Ese “obligados a penetrar” no es el tipo de violación que solemos imaginar cuando pensamos en una agresión sexual, como señalaba Hanna Rosin, de Slate, en un artículo de 2014 sobre la investigación de Stemple. Pese a ello, puede producir los mismos efectos físicos y psicológicos, como disfunción sexual, depresión, pérdida de la autoestima y dificultades para mantener relaciones estables.

“Lo achacan a casos esporádicos, como cuando una profesora de instituto se lía con un alumno, pero es bastante común, según estos estudios, y nadie parece saberlo"

Aunque todavía queda mucho trabajo por hacer para llegar a entender los efectos de la violencia sexual ejercida sobre los hombres, el estudio de Stemple se centró en quienes la perpetran. En una investigación de 2016, Stemple y otros dos investigadores examinaron cuatro estudios a gran escala de los CDC para tratar de comprender mejor la conducta de las depredadoras sexuales, analizando a víctimas tanto hombres como mujeres. Los resultados contradicen en gran medida los estereotipos según los cuales es muy improbable que una mujer asuma el papel de agresora sexual.

“La gente cree que se dan pocos casos de abusos por parte de mujeres”, añade Stemple. “Lo achacan a casos esporádicos, como cuando una profesora de instituto se lía con un alumno, pero es bastante común, según estos estudios, y nadie parece saberlo. A mí me resulta sorprendente”.

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Hace tiempo que la comunidad científica malinterpreta y minimiza la amenaza que representa la figura de la agresora sexual. Aunque la primera vez que se documentó esta clase de violencia en la literatura de investigación se remonta a la década de 1930, no se realizaron estudios sistemáticos sobre la victimización sexual perpetrada por mujeres hasta la década de 1990. Incluso entonces, la investigación en ese campo estaba muy poco desarrollada y se centraba sobre todo en el abuso sexual a menores. No fue hasta la década pasada que se ha empezado a profundizar más en la investigación de esta tipología de violencia sexual.

El exhaustivo estudio de Stemple presenta los resultados de la encuesta telefónica más reciente de los CDC, que reveló que el 68,6 por ciento de los hombres que denunciaron ser víctimas de abusos sexuales afirmaban que la agresora era una mujer. Por su parte, entre los hombres que denunciaron haber sido obligados a penetrar —”la forma de sexo no consensuado que es más probable que los hombres experimenten a lo largo de su vida”—, el 79,5 por ciento aseguro que lo hicieron forzados por mujeres.

A la vista de estas estadísticas, resulta todavía más llamativo que tan pocas mujeres acaben siendo incluidas en los registros como delincuentes sexuales

Los autores del estudio analizaron también cómo actúan las depredadoras sexuales una vez en prisión. Según los estudios de la Oficina de Estadísticas Judiciales —que, a diferencia de otros estudios, utiliza una terminología más coloquial, como “mamadas”. algo que, a entender de Stemple, les otorga más precisión— existe una mayor probabilidad de que las mujeres en prisión sean víctimas de abusos por parte de otras mujeres que de hombres empleados en ella. Quizá más sorprendente aun, teniendo en cuenta la forma en que se suele representar la vida en prisión en la cultura popular, resulta el dato de que, según el estudio, la incidencia de abusos sexuales entre la población reclusa femenina triplicaba aproximadamente la de abusos entre presos masculinos.

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A la vista de estas estadísticas, resulta todavía más llamativo que tan pocas mujeres acaben siendo incluidas en los registros como delincuentes sexuales. Un estudio llevado a cabo en cinco estados de EE. UU. reveló que entre el 0,8 y el 3 por ciento de las personas inscritas en los registros de delincuentes sexuales son mujeres; otros estudios arrojaban una cifra inferior al 2 por ciento.

Cabe recalcar, nuevamente, que existen muchas barreras que impiden a los hombres denunciar cuando han sido víctimas de abusos sexuales. Según el estudio de Stemple, algunos se avergüenzan de hacerlo debido a la percepción generalizada que se tiene de las mujeres como inofensivas. Otros mienten y dicen haber sido agredidos por otro hombre o reciben presiones para convertir su victimización en un “rito de iniciación”. A medida que los hombres maduran, es más probable que se les culpe a ellos por el abuso sufrido que a las víctimas mujeres.

La victimización de mujeres por parte de otras mujeres ha sido objeto de “incluso menos estudio que en el caso de los abusos de hombres por parte de mujeres”, según el estudio.

“Conocí a un hombre que trabaja en el tema y que fue víctima de abusos por parte de una mujer cuando era un crío. A día de hoy, todavía tiene miedo a quedarse solo en una habitación con una mujer"

“El heterosexismo puede provocar la invisibilización, a ojos de los profesionales, de víctimas lesbianas y bisexuales de abusos sexuales por parte de mujeres”, señala el estudio. “Si bien es cierto que algunos centros de crisis por violación han creado pequeños programas orientados a víctimas lesbianas, mujeres lesbianas y bisexuales denuncian que, por lo general, las líneas de ayuda telefónica, los grupos de apoyo y las organizaciones de asistencia jurídica especializados en violencia sexual parecen diseñados para mujeres victimizadas por hombres”.

“Conocí a un hombre que trabaja en el tema y que fue víctima de abusos por parte de una mujer cuando era un crío”, apunta Stemple. “A día de hoy, todavía tiene miedo a quedarse solo en una habitación con una mujer. Como te puedes imaginar, le incomoda mucho compartir esta situación con la gente porque cree que se burlarían de él. Ahora es capaz de hablar de ello como superviviente, pero su caso es muy infrecuente. Es de suponer que habrá más hombres con miedo a denunciar, sobre todo si su agresora fue una mujer”.