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Cultură

Mi mamá quería untarme sangre de murciélago para quitarme el vello

Ser peluda puede ser muy solitario, pero quitarse vello es todo menos solitario. La manera en que vemos el vello corporal y la forma en que lo tratamos es tan única como la cultura en que vive.

Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

Estoy sentada en un consultorio verde pálido mientras mi doctor de cabecera hojea mis resultados. Tengo 14 años y no me ha bajado en seis meses. Soy virgen, así que no puedo estar embarazada. Mi amiga dice que soy la inmaculada concepción pero no logro dar a luz a ningún salvador. La realidad no es un rayo de luz mesiánico; tengo síndrome de ovario poliquístico (SOP), lo que significa que además de tener muchos quistes en los ovarios, me va a costar mucho trabajo concebir y me va a crecer mucho vello facial y corporal, algo que se conoce como hirsutismo. Mi sistema reproductivo defectuoso se correlaciona con mi crecimiento excesivo de vello facial y corporal por un desequilibrio hormonal. Empiezo a llorar porque me siento como el prototipo fallido de una niña. El médico continúa mirando los papeles sin inmutarse ante los resultados, con ojos negros y distantes. Recuerdo sentir la pequeñez de la habitación, la dureza de las paredes sobre mí y una inmensa soledad.

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Ser peluda puede ser muy solitario pero quitarse vello es todo menos solitario.

Todo el mundo tiene el derecho a elegir qué hacer con su cuerpo, todos menos yo. De todas formas, la elección es un privilegio. Empecé a tomar píldoras anticonceptivas para borrar cualquier rastro de vello facial y corporal. En cuestión de un mes, todo el vello había desaparecido. Recibí elogios por lo que muchos consideran piel impecable. Hasta Drake, que en ese entonces era una estrella incipiente en Degrassi, me coqueteó y dijo que mi piel era muy suave. Pero después de diez años de tomar la píldora, ya ni siquiera el cumplido de Drake tiene importancia y los efectos secundarios se están volviendo una carga. Dejé de tomar las pastillas anticonceptivas. No es una elección fácil. Siento como si estuviera desatando un ogro encerrado en el cuerpo de una mujer.

Déjenme contarles algo sobre el vello: ser peluda puede ser muy solitario pero quitarse vello es todo menos solitario. La manera en que vemos el vello corporal y la forma en que lo tratamos es tan única como la cultura en que vive. El verano previo a mi visita al médico, fui a ver a mi familia en Líbano. Mi prima casi de inmediato organizó una intervención. Ese abrasador día de verano, pidió a las hordas de parientes que suelen estorbar las habitaciones que no fueran a su casa. El aire se llenó con el dulce, irresistible y engañoso aroma de una tienda de golosinas. En la cocina, había una olla de metal pequeña calentándose en la estufa y en su interior gorgoteaba una sustancia espesa color dorado.

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Después de que me diagnosticaron SOP, mi mamá se devanó los sesos para descifrar qué había causado todo este vello. "En Líbano existe la superstición de que si se unta a la hija recién nacida con la sangre de un murciélago recién muerto, entonces no le crece vello corporal", dijo mi mamá. Mi madre y yo nos reímos por lo ridículo que sonaba pero, con miradas furtivas, empezamos a preguntarnos qué tan diferente se habrían alineado las estrellas de mi destino de haber recibido ese bautismo.

El 85 por ciento de las mujeres se quitan el vello corporal con regularidad y el 99 por ciento lo han hecho al menos una vez. En El origen del hombre, la publicación de Charles Darwin en 1871, el autor vincula el vello corporal en los seres humanos con la desviación sexual, mental y criminal. También se cree que en EU la repulsión del vello corporal en las mujeres se estableció por completo en la década de los 20. La obsesión por la piel tersa empezó mucho antes de que llegara a Occidente. Al otro lado del mundo, hay una larga historia profundamente arraigada en rituales y supersticiones. La depilación ha existido desde hace miles de años. Los antiguos egipcios usaban navajas de afeitar hechas de sílex o de bronce. Usaban la cera de abejas como la cera que usamos hoy. En la antigua Grecia, el vello púbico era visto como algo incivilizado y la depilación servía para identificar la clase social. Las mujeres se quitaban el vello corporal con piedras pómez, pinzas y cremas para depilar. En El nacimiento de Venus, hecha por el pintor francés William-Adolphe en 1800, la diosa Venus está representada sin vello púbico, es más, no tiene vello corporal en lo absoluto.

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El vello púbico era visto como algo incivilizado y la depilación servía para identificar la clase social.

En la cocina de mi prima en Líbano, la sustancia que gorgoteaba era azúcar derretido. Las mujeres libanesas lo utilizan como cera para depilar. Rasurarse no es una opción. Es muy raro encontrar un rastrillo en la casa de una mujer en el Líbano. Como muchas otras, creen que cortar el cabello sólo va a hacer que crezca más grueso.

Mi prima me da a probar el azúcar antes de empezar, mi última cena. Para ese punto ya estoy en ropa interior. Unta la cera tibia en una parte de mi muslo y la alisa con sus pulgares hasta que se vuelve una película gruesa color dorado. Toma una orilla y la jala con la velocidad de un látigo. Escucho cómo se arranca el vello de mi piel. Lo que era cera de miel cristalina y ahora se ve como piel esquilada con vellos enterrados. Al principio no recuerdo que doliera. Pero a medida que la cera deliciosa se acercaba al área del bikini, el dolor viene a mi memoria. Estuvimos más de una hora cambiándonos de cuarto en cuarto por el calor de nuestro movimiento y el sudor era cada vez peor. El calor nos obligó a seguir nuestra misión en el exterior.

Ahora veo el jardín desde arriba con uvas verdes aún por madurar colgando de sobre mi cabeza. ¿Les dará miedo la escena de abajo? Los transeúntes me miran pero en este lugar ya a nadie le sorprende ver a una mujer depilándose. No es tabú. Me inclino hacia delante mientras mi prima, que está de rodillas, maldice la monstruosidad de mis piernas peludas. Las aspas de un helicóptero israelí atraviesan el cielo. Entro en pánico. Mi prima me calma y dice que su prioridad es quitar hasta el último vello de mis piernas. El ruido se aleja y yo sigo viendo las uvas.

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Unos meses después me encontraría sola en mi habitación en un día frío de otoño con mi primera receta de pastillas anticonceptivas para deshacerme del vello.

En algún momento, al ver el vello que atravesaba mi mar de piel morena, llegué a sentir repulsión, odio y miedo; miedo por todo lo que representaba, por todo lo que provocaba. He luchado contra esta parte de mí por muchos años pero no se rinde. Siento que todo este vello está vivo, y es cierto. Siento que este cuerpo, que es parte de mí y a la vez no, se mueve y crece por una fuerza que me supera. Y ahí está, me guste o no, nos guste o no. Como pasto que arranco y vuelve a crecer. Ahí sigue, me guste o no, les guste o no.

Janine es bibliotecaria en una universidad. Nos conocimos en un Starbucks de Toronto. No se ha depilado en más de dos años. Sus lentes negros de pasta encuadran sus ojos azules. Janine llena de color este día gris de febrero. Janine dejó de rasurarse y sólo se ha depilado el área del bikini dos veces en toda su vida. La primera fue para su noche de bodas como regalo para su esposo. Aparte de ese día, "el vello siempre ha estado presente", dijo entre risas, "de una u otra forma".

Janine describe su segundo encuentro con la depilación brasileña como "Un puto infierno". En noviembre del año pasado fue a un salón de lujo. En la tele estaba la serie Once Upon a Time pero ella no se podía concentrar, no con el dolor que atormentaba su vagina. Igual que cuando se tatuó, cerró los ojos y pensó en sexo para olvidar el dolor. Con las piernas abiertas y la cera seca en su entrepierna, sueña con Oasis.

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Oasis Aqualounge es un sex club de Toronto al que van solteros y parejas casadas en busca de una amplia gama de encuentros sexuales. Tienen calabozos, salas de juego, un "vagón para coger", habitaciones privadas y habitaciones para voyeristas. Janine va a ir con su esposo a ese lugar en dos horas. Es su primera vez y va a haber un jacuzzi.

En algún momento, al ver el vello que atravesaba mi mar de piel morena, llegué a sentir repulsión, odio y miedo.

En el salón de belleza, la esteticista le echa talco para absorber la sangre y le entrega un instructivo. En la lista de precauciones y advertencias dice "Evitar contacto con cloro por 48 horas". El jacuzzi de Oasis va a estar fuera del alcance de Janine por el riesgo a contraer una infección. Esa noche tiene que mantenerse alejada de los hombres y mujeres relucientes que se cocen como papas en el agua burbujeante. Se conforma con meter sus piernas y se mantiene alejada de la acción. Aún en este entorno liberal y progresista, con cuerpos desnudos moviéndose de un lado a otro por los pasillos y los calabozos, Janine nota que la mayoría de los cuerpos femeninos no tienen vello. Esa noche no hay acción para Janine ni para Adam.

La mayoría de las mujeres se depila el área del bikini como un ritual de preparación antes del sexo, y eso fue lo que hice. Por eso me sorprendí cuando me quedé con una familia musulmana de ascendencia argelina en Francia durante el verano. En la familia había cuatro hijas que iban de los 16 a los 25, todas musulmanas, todas vírgenes y todas tenían el habito de depilarse el cuerpo completo, incluyendo su vagina. Cuando le pregunté a mi amiga por qué aguantaba el dolor de una depilación total del área del bikini a pesar de que sólo ella lo veía, me respondió que era por su religión. En el islam, quitar el vello del cuerpo adulto se considera una medida higiénica. Para los musulmanes, la depilación es vital en su esfuerzo sagrado para entregarse a Dios. Según el Sunna al-Fitra (un código ético de higiene personal) el vello en la zona genital debe eliminarse y no puede crecer por más de 40 días.

Para Annie, que nació en Pakistán y se mudó a Canadá cuando iba en sexto año de primara, la transición a una cultura que percibía el vello corporal de otra forma fue muy difícil. "En Canadá se burlaban de mí por el vello. En Pakistán soy atractiva a pesar de que tengo mucho vello". Anne dice que en Canadá, la regla del vello es "no preguntes, no digas". Los salones de belleza en Canadá son muy diferentes a los de Pakistán. En Pakistán hay salones por todos lados, son baratos y son un elemento básico en la comunidad. "En Canadá, si me depila una mujer blanca, me cobra más por depilarme el área del trasero. Si me depila una mujer de piel morena, sabe que eso viene incluido en el paquete". También dijo que en Pakistán, la depilación es igual de común que en Canadá pero que como hay más mujeres con vello corporal, no se considera tan tabú como en Occidente. "Todas las mujeres dicen que si se ganaran la lotería, lo primero que harían sería depilarse el cuerpo completo de inmediato".

Llevo dos años sin tomar pastillas anticonceptivas. Me depilo yo misma o voy a salones de belleza baratos en casa particulares, como el que tiene mi hermana. Cuando me depilo, veo mi piel y el contraste del color, la piel tersa junto a la piel peluda, y pienso en todas las emociones que he experimentado por el vello a lo largo de los años. Me pregunto si todas las mujeres que buscan la belleza y la femineidad al quitarse vello han pensado lo mismo al ver sus cuerpos, sin importar su raza o su cultura. Algunas la han encontrado. Otras la sienten aun con el vello. Es probable que ese ritual no se vaya en mucho tiempo, si es que algún día lo hace. Hasta que llegue ese día, seguiremos depilándonos en salones caros, solas o acompañadas, en todo el mundo, una y otra vez.