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Addyi: el "Viagra para mujeres” que está resolviendo un problema que no existe

Las industrias médicas y psicológicas han gastado siglos convenciendo a las mujeres de que su deseo sexual es síntoma de su histeria o de su "furor uterino". Es irónico que hoy en día cualquier mujer que tenga una falta de interés en el sexo pueda ser...

¿Qué hace bueno al sexo? ¿Un orgasmo? ¿Qué ambas partes lo disfruten? ¿El simple hecho de tener sexo?

Para una de las mujeres que habló en un panel de disfunción sexual organizado por la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), un sexo exitoso es cuando su esposo se divierte. Katherine, quien sólo se identificó con su primer nombre, dijo que "no tenía expectativas" cuando se trataba de sexo, ya que sólo lo hace "por obligación". Carol, por su parte, dijo que quisiera ser capaz de hacerlo sin llorar. Beverly contó que había gastado más de 35.000 dólares (cerca de 105 mil millones de pesos) en tratamientos médicos, un testimonio de sus esfuerzos por solucionar su deseo sexual supuestamente disfuncional.

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Aunque todas las mujeres que testificaron en el encuentro describen diferentes tipos de ansiedad respecto al sexo, todas fueron diagnosticadas con la misma cosa: Disfunción del interés y la excitación sexual femenina (FSIAD, por las siglas en inglés). Diez años antes, este diagnóstico no existía, y muchos expertos no creen que el trastorno realmente exista, o que al menos pueda ser tratado con medicina moderna.

Sea como sea, Sprout Pharmaceuticals, la misma farmacéutica que creó el Testopel —las píldoras de testosterona que te implantan y que podrían sacarte senos—, quiere venderte el Santo Grial de las drogas contra la disfunción sexual: el "Viagra para las mujeres" o el "Viagra rosa".

Aunque la verdad es que ambas píldoras se distinguen por algo más que el color. A diferencia del Viagra, que incrementa el flujo sanguíneo del pene para sostener una erección que de otra manera no sería posible, la flibanserina —o Addyi, como será comercializada— altera la química del cerebro de las mujeres. Aunque al parecer, no a tal punto como para recibir la aprobación de la FDA para tratar la depresión, aplicación para la que fue inicialmente desarrollada por la compañía farmacéutica alemana Boehringer Ingelheim.

"Hace tan sólo 150 años, los doctores nos decían que si teníamos un deseo frecuente había algo malo en nosotras. Ahora, si no tenemos deseo, hay algo malo con nosotras"

Durante las pruebas médicas de la flibanserina, mientras fallaba como antidepresivo, algunas mujeres informaron que se sentían con más deseo sexual. Fue entonces cuando Sprout vio la oportunidad de acaparar este mercado abierto y compró los derechos sobre la flibanserina en 2012. La compañía la ha promocionado como un tratamiento para el HSDD o Transtorno de deseo sexual hipoactivo, una vieja clasificación de la FSIAD que los psiquiatras ya no utilizan.

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Aunque esta droga de supuestas maravillas feministas ya había sido rechazada por la FDA por ser ineficaz y porque los usuarios reportaron una alta tasa de efectos secundarios e interacciones con otros medicamenteos, Sprout finalmente se salió con la suya este miércoles 19 de agosto. En un informe de la FDA publicado el 4 de junio pasado, un comité asesor dijo que la disfunción sexual femenina era "claramente un área de necesidad médica insatisfecha", y votó 18-6 a favor de la aprobación de la flibanserina, aunque la FDA admitió en el informe que desconocía la manera en que el medicamento funcionaba en el tratamiento de este desorden que podría no existir.

"Fue muy angustioso comenzar una reunión diciendo que estábamos comprometidos con el desarrollo de una droga cuando, en realidad, ni siquiera podemos ponernos de acuerdo en para qué sirve", dijo en ese entonces la doctora Leonore Tiefer, una psiquiatra de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York.

Algunos han atribuido la aceptación de la FDA respecto a la flibanserina a una agresiva campaña de marketing orquestada por Sprout que acusó a la FDA de sexismo. En un artículo, la doctora Anita Clayton, consultora pagada por Sprout y otras siete empresas farmacéuticas, aseguró que al darle vía libre al Viagra mientras se retenía la aceptación de la flibanserina, socavaba la importancia que tiene la salud sexual de las mujeres.

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"Hay algo preocupante en el sesgo de la FDA", dijo la doctora Clayton en una entrevista. "Algo está sucediendo con la disfunción sexual femenina, que no sucedió con la masculina".

Imagen: Sprout Pharmaceuticals.

Even the Score, un grupo de lobistas parcialmente fundado por Trime Pharmaceuticals y Sprout Pharmaceuticals, se convirtió en el más férreo vocero de esta perspectiva. En su página web dicen que el sexo es "un derecho humano fundamental" y "debemos luchar por esa 1 de cada 10 mujeres, parejas y, en última instancia, familias afectadas por este problema". Dicen, además, que existen 26 drogas para la disfunción sexual de los hombres y ni una sola para las mujeres, pero su lista de medicamentos para hombres incluye diferentes dosis del mismo fármaco, y algunos medicamentos que no han sido aprobados para tratar específicamente la disfunción sexual.

La campaña de Even the Score no estaba destinada a presionar a la FDA, sino más bien a aumentar la conciencia pública sobre una necesidad médica insatisfecha, le dijo Cindy Whitehead, presidente de Sprout, al Wall Street Journal el año pasado.

Debido a que las industrias médicas y psicológicas han gastado siglos convenciendo a las mujeres de que su deseo sexual es un síntoma de su histeria, un diagnóstico médico que permaneció hasta los 80, o de su "furor uterino", es irónico que hoy en día cualquier mujer que tenga una falta de interés en el sexo pueda ser considerada una enferma mental, y que los que no estén de acuerdo sean etiquetados de sexistas.

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"Las normas del deseo varían de época a época y de cultura a cultura", dijo la socióloga y profesora de estudios sobre mujeres, Thea Cacchioni, quien escribió sobre su experiencia de testificar ante la FDA sobre la flibanserina. "Hace tan sólo 150 años, los doctores nos decían que si teníamos un deseo frecuente había algo malo en nosotras. Ahora, si no tenemos deseo, hay algo malo con nosotras".

Según la doctora Rosemary Basson, profesora de clínica y directora de la escuela de medicina sexual de la Universidad British Columbia, tener un deseo sexual bajo es normal. "Es lo que todos nosotros en un mundo lleno de vidas ocupadas estamos experimentando", dijo Basson.

Aunque sin duda es problemático que una mujer no sienta deseo, es probable que los casos extremos tengan que ver más con padecimientos fisiológicos, salud mental o problemas de relación. Desear constantemente a una pareja estable es una expectativa poco realista.

Las industrias médicas y psicológicas han gastado siglos convenciendo a las mujeres de que su deseo sexual es síntoma de su histeria. Es irónico que hoy en día cualquier mujer que tiene una falta de interés en el sexo pueda ser considerada una enferma mental.

"He proporcionado referencias sobre los casos opuestos, que las mujeres sexualmente sastifechas, cuando son encuestadas, dirán que es raro sentir un deseo más allá que durante la experiencia", explicó Basson, agregando que si te sientes satisfecha sin sentir un deseo constante, entonces no puede haber un disfunción.

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Mientras que la disfunción sexual en los hombres se caracteriza por la incapacidad de conseguir una erección, su contraparte femenina se encuentra dentro del DSM, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, como una falta de interés o fantasías que resulta de la dificultad de excitarse.

Alguna vez se pensó que el Viagra podía funcionar también para las mujeres, al enviar sangre a la vagina, y algunos médicos aún lo prescriben, aunque sin mucho éxito. Como dijo Karen, una paciente participante del panel, quien probó el Viagra: "La única cosa que me hinchó fueron mis senos".

En los ensayos clínicos, Sprout midió la eficacia de la flibanserina bajo tres parámetros: el número de veces que una mejor tiene sexo satisfactorio cada mes, la angustia que sentía por su vida sexual y su deseo general sobre el sexo. La droga sólo fue probada en mujeres que tenían relaciones heterosexuales de largo aliento.

Al ser comparado con un placebo, la flibanserina incrementó el número de "eventos que satisfacen sexualmente" a las mujeres en un promedio de 0.5 al mes, sobre un promedio de dos o tres por mes. La angustia que decían sentir las mujeres respecto al sexo se redujo en un promedio de 10%.

Así que la flibanserina sólo hará que te vengas un 0.5 más al mes, pero bueno, también te hará un 10% menos preocupada sobre el asunto.

En términos de deseo, que es citado como el mayor problema de las mujeres disfuncionales, ni la FDA ni Sprout pudieron ponerse de acuerdo sobre cómo medirlo. Cuando las mujeres registraron su sed de acción diaria, la flibanserina no mostró ninguna mejora respecto al placebo. 28 días después, cuando las mujeres respondieron la pregunta sobre medir su deseo en una escala de 1.2 a 6.0, la flibanserina mostró una mejora entre 0.3 y 0.4. Si se tiene en cuenta el efecto placebo de cualquier droga, estos ensayos posiblemente hayan tenido el mismo efecto que la terapia sexual, ya que las mujeres tenían que hacer del sexo una prioridad, pensar en ello sobre una base diaria y registrar sus sentimientos al respecto.

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Es obvio que clasificar algo tan subjetivo como el deseo sexual en una escala de 6 puntos es problemático, así como lo es el hecho de caracterizar a todas las mujeres que no quieren tener sexo constantemente como enfermas mentales. Las ideas sobre el sexo y el deseo son construidas socialmente y hay muchas razones por las que una mujer no esté dada al sexo en ciertos momentos.

Sobre la cuestionable eficacia de la flibanserina, los estudios también encubrieron los efectos secundarios. US News y World Report informaron en 2010 que "cerca del 15% de los consumidores de la flibanserina en los experimentos, dejaron de usar la droga por las malas reacciones como mareos, náuseas, ansiedad e insomnio, en comparación con un 7% de los que usaron el placebo". Esos riesgos se acrecentaron cuando la flibanserina se mezcló con alcohol. Lo más inquietante de todo es que Sprout sólo probó el fármaco en 25 personas, 23 de las cuales eran hombres. Qué curiosa manera de estudiar una droga que está siendo desarrollada para una disfunción que sólo afecta a las mujeres.

También es motivo de preocupación el hecho de que las mujeres que pueden ser más propensas a ceder ante la persuasión de la flibanserina, sean aquellas que también podrían intentar mediar su nerviosismo sobre el sexo con alcohol.

"Las mujeres con dificultades sexuales a menudo dicen: 'La única manera de que pueda consentir es tomarme un par de copas'. Así que el hecho de que no pueda ser mezclado con alcohol es una gran preocupación", dice Caccioni.

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Para Caccioni, Even the Score fue la parte más frustrante de todo este circo, al usar sus acusaciones como "una apropiación del feminismo con propósitos comerciales". La idea de que una droga como esta sea un avance para el feminismo o para la salud de las mujeres "no ha sido apoyada por ningún ensayo académico feminista", explicó. "Es más bien lo contrario, entre el feminismo académico y las personas que trabajan en sexualidad y salud… el acuerdo es que la industria farmacéutica ha creado durante mucho tiempo drogas inseguras e inefectivas para las mujeres".

En su investigación, Cacchioni encontró que incluso las mujeres que culpan a la biología de su bajo deseo sexual y buscan ayuda médica, admiten que luchan contra las expectativas que la sociedad tiene sobre ellas.

"Por mucho que intente culpar a sus cuerpos, lo que salió de las entrevistas es que pasan un mal momento con las normas heterosexuales de hoy en día", dice. "Hablan sobre la influencia negativa de Hollywood, sus experiencias tempranas y negativas con la sexualidad, la manera en que sus compañeros son duros con ellas si no están a la altura de sus ideales sexuales, y la vergüenza que sienten incluso con sus amigas cuando hablan sobre sexo".

Todas las mujeres que sufren de bajo deseo sexual que hablaron en el panel de la FDA aseguraron que no tenían ningún problema personal o en su relación que pudiera ser la causa de su trastorno.

Pero una mujer dijo que ella aprendió a temprana edad a no ser quien iniciaba las relaciones sexuales, porque sus novios la avergonzaban cuando lo hacía. A otra le sacaron el útero y los ovarios a los 35 años a causa de los daños causados a su cuerpo por el Dalkon Shield (un anticonceptivo que según ella le dijeron era 100 por ciento seguro, "el Cadillac de los anticonceptivos"). Múltiples mujeres dijeron que evitan tiempo a solas con sus maridos a toda costa. Carol sólo pudo describir cómo se siente cuando su marido inicia relaciones sexuales con un fuerte suspiro. Una vez más, todas coincidieron en que el problema es estrictamente biológico.

"Hay muchas razones sociales, interpersonales, económicas por las que las mujeres pueden tener un bajo deseo, y hay muy poca o ninguna evidencia que demuestre que es el resultado de un mecanismo interno defectuoso, especialmente en relación con la química del cerebro", dijo Cacchioni. Decirle a las mujeres que hay algo mal con ellas, y que una píldora les hará querer tener relaciones sexuales con su pareja —e incluso podría salvar su relación— no va a solucionar estos problemas subyacentes. "Van a jugar con las inseguridades de muchas mujeres", dijo Cacchioni.

No sería la primera vez que Sprout haya jugado con las normas heterosexuales para vender drogas. En 2010, la FDA reprendió a Slate Pharmaceuticals (el nombre que tenía Sprout antes) por violar las normas con una campaña de marketing para un tratamiento de testosterona, Testopel. En los comerciales los hombres describían sus dolencias —que iban desde el VIH a sólo ser capaz de hacer cinco flexiones— y elogiaban la manera en que Testopel los había ayudado. La advertencia de la FDA decía que los panfletos de Slate, la página web y los videos promovían usos no aprobados de Testopel, omitían y minimizaban información de riesgo importante, exageraban su eficacia, presentaban afirmaciones de superioridad sin fundamento, dejaban de lado los hechos materiales, presentaban alegaciones engañosas de conveniencia y alentaban un régimen de dosificación no aprobado. La advertencia llegó a decir que la FDA estaba "muy preocupada por la amplitud y el alcance de violaciones".

Curiosamente, algunas de las mujeres que estuvieron en el panel de la FDA sobre la flibanserina estaban usando testosterona para aumentar su libido. Dos de ellas dijeron incluso que tenían implantes de testosterona. Se supone que el tratamiento dura seis meses, pero Beverly dijo que a veces regresa al médico después de dos o cuatro meses si se siente menos interesada en el sexo. "Cuando no estoy interesada en sus avances", dijo refiriéndose a su marido "se hace muy claro que los implantes que me ponen no están funcionando". Ella sólo quiere una píldora que pueda tomarse todos los días y que nundea se deshaga.

Otra mujer en el panel dijo a su marido: "Si él quiere sexo y se lo doy, entonces fui una buena esposa hoy".

Si el plan de Sprout de "igualar el marcador" en el sexo está dando a los hombres más derecho a exigir sexo cuando lo quieran y a las mujeres menos espacio para decir "no", la flibanserina no es una solución para el cuidado de la salud. Y ciertamente no es feminista.