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Así viven los 'niños presos' en El Salvador

El Estado salvadoreño vende la imagen de que los niños viven en un penal adaptado para la infancia, pero la realidad es otra: los seis menores de Quezaltepeque viven en total reclusión.
Foto por Oliver de Ros.

Un total de 347 niños viven en las cárceles de Honduras, Guatemala y El Salvador. La Ley permite a las presas estar con ellos hasta los cuatro años —cinco en El Salvador—, pero los menores viven con las restricciones de sus madres encarceladas. La mayoría de los niños comen, juegan y viven de la caridad. Algunos no conocen la calle y otros viven en completo aislamiento. Los sistemas penitenciarios no los consideran presos. En esta tercera entrega del proyecto 'Niños Presos', se aborda la situación de El Salvador.

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A seis niños el sol les da una hora al día. Pasan 23 horas metidos en dos cuartos de una cárcel de El Salvador, el país más violento del mundo. Reciben una alimentación más o menos variada y atención médica pagada por el gobierno. Y pueden salir por emergencia al hospital.

Pero, salvo una hora al día, ni salen de su cuarto, ni reciben llamadas, ni visitas, ni tampoco pueden salir de esta cárcel con su familia. Viven en encierro absoluto. Estos seis niños viven así por ser hijos de pandilleras. Su hora de aire puro está limitada a dos pequeños patios en la cárcel de Quezaltepeque.


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Cinco nacieron en el San Rafael, el hospital público más próximo al penal de Quezaltepeque en 2017 -tres son niños y dos son niñas-. Otro niño nació antes, pero no aparece la fecha registrada. Ninguno de los seis tiene cuna. Pasan las noches con sus mamás en las literas de un cuarto de unos cien metros cuadrados y los días en un área común, de unos 36 metros cuadrados. Puede parecer mucho para doce personas, pero antes de su encierro, que ya dura casi dos años, ahí vivían 72 personas: es el sector materno infantil de la prisión.

Los niños duermen con sus madres en la parte de abajo de las literas, que están cubiertas al frente con mantas, para tener un mínimo espacio propio. En la parte de arriba de los catres, las mamás ponen los pañales y los productos de higiene, conseguidos casi siempre gracias a familiares, que ante la prohibición de ver a los niños, sólo tienen permitido dejarlos en la garita de la cárcel.

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El secretismo gubernamental impera. Ante la imposibilidad de entrar a Quezaltepeque, el espacio materno infantil se reconstruye a través de la narración del subdirector de Centros Penales, Orlando Molina, y de tres fuentes que estuvieron dentro en los últimos dos años y acceden a describirlo bajo condición de anonimato.

***Este texto es el tercer capítulo del proyecto 'Niños presos', elaborado por la productora El Intercambio, integrada por Belén Picazo, David Ruiz, Ximena Villagrán, Oliver de Ros y Elsa Cabria. La serie realizada en Honduras, El Salvador y Guatemala, fue financiada por Ford Foundation y Seattle International Foundation, para investigar cómo viven y crecen los niños cuyas madres están encarceladas. Para leer el texto completo y ver la data entra aquí.

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